Novena a San José 2021

Capilla de Versalles Fontibón – Diócesis de Fontibón

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración Inicial

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y, sobre todo, los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias: la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.


DIA 1. 10 DE MARZO

SAN JOSÉ, MODELO DE FE

San José, hoy te recordamos y te reconocemos como modelo de hombre de fe. Tú has estado en la presencia de Dios, durante toda tu vida.

Guiado por su palabra, tú te has comprometido en los más insondables misterios, como en el de la Encarnación de su Hijo. Tu esposa, la Virgen María, concibió sin intervención humana; un niño que era Dios le nació y tú lo has adorado y protegido. Todo ello fue fortaleciendo en ti la fe, sin la cual es imposible comprender este misterio. Sin embargo, tú sabes que cuando Dios habla a un ser humano, Él no puede engañarle. Es porque sin interrogar a Dios, tú has seguido adelante; te has maravillado de caminar hacia la luz, porque sabias que Dios estaba allí. Es en esta dirección que tú has comprometido tu vida, como lo ha hecho María y te has llenado también de sus mismas intenciones divinas, buscando al mismo tiempo la realización de la salvación de la humanidad. A su vez, nosotros deseamos acceder a esta fe que tú has tenido, porque Dios habita en nosotros, y nosotros queremos ser fieles al querer de Dios.

A veces vacilamos en nuestra vida cristiana, decimos que creemos en Dios, en Cristo y en la Iglesia, pero vivimos al margen de la voluntad de Dios.

San José, como la fe ha llenado toda tu vida, nosotros deseamos que ella se convierta para nosotros en la luz que atraiga nuestros sentidos, en la guía para nuestras acciones cotidianas; que, por la fe, seamos atraídos por la mano de Dios en todos los acontecimientos de nuestra vida, para que podamos participar también de su obra de justicia, de paz y de amor. Amén.


DIA 2. 11 DE MARZO

SAN JOSÉ, MODELO DE ESPERANZA

Durante tu vida, San José, has sido hombre de la esperanza. A través de ti, todos tenemos la esperanza de participar en la Redención. Junto a ti, en tu casa, en tu ambiente, unido a ti vivió el Mesías de Dios, como un hijo vive unido a su padre. Este hecho ha marcado en ti la bondad y la fidelidad al Señor; y es esta fidelidad, que viene del Todopoderoso, que se cumple a través de su Palabra, que obra en ti y te abre a vivir la esperanza sin límite.

Tú has esperado la salvación para María y para ti mismo, y no podía ser de otra manera, ya que tú habías recibido al mismo Dios en tu vida, a través de los acontecimientos imprevisibles que se presentaban: las circunstancias dolorosas del nacimiento de Jesús, la huida a Egipto, la estancia en el exilio. Tal fuerza te la daba la esperanza inquebrantable en la bondad, en la presencia y en la fidelidad de Dios. Es sin duda lo que explica la calma y serenidad que reflejan tu rostro, tú sabías que Dios tendría la última palabra en todo lo que te podía pasar.

San José, que podamos aprender de ti a esperar; sabes que la vida no es fácil, día a día incumplimos las más bellas promesas, se infunden en nosotros deseos y pasiones muy atractivas. La forma en que ayer soñabas con una vida fructífera y en total donación, se ve hoy presa de las maquinarias cotidianas; lo que prometiste ayer de construir un amor fuerte y sincero, hoy se ve en la dificultad de amar plenamente. Ayer soñaba con el bien que debo hacer, las batallas que debo vencer contra el miedo y hoy me pides enfrentar y poner lo mejor de mí, para esperar sin límites. Conscientemente o no, se pierde la esperanza y, a veces, se queda en el olvido, y entonces ¿qué sentido tiene esperar?

San José, enséñanos a esperar a pesar de todo. El mal no podrá jamás impedir que miremos a Dios, contra todos los desánimos se muestra la fidelidad del Creador, y es sobre esa certeza que nosotros deseamos continuar. Que, por nosotros, y por todos los hombres, tú infundas la esperanza; y que esta esperanza nos transforme en oblación permanente, para que venzamos en el combate que la vida nos presenta diariamente. Amén.


DIA 3. 12 DE MARZO

SAN JOSÉ, MODELO DE CARIDAD

San José, tú has pasado tu vida en un clima de amor generoso. Tú has amado a María, que se convirtió para el mundo en la Madre del Hijo de Dios. Es más, con ella tú has tenido un trato especial en el más bello acto de amor en la historia del mundo. La venida del Hijo de Dios ha hecho que la humanidad sea salvada. Dios, que es amor, ha venido a tu casa, él ha participado en tu mesa, en la intimidad de tu fe, de tus gozos, de tus dificultades, es decir, en cada instante de tu vida. Así como la atención de los padres se centra en los hijos pequeños para alimentarlos, vestirlos y cuidarlos; de la misma manera, toda tu generosidad con María se convirtió de manera natural sobre el Hijo de Dios, como si fuera realmente tu hijo, y tú con este hecho nos invitas a amar a nuestro prójimo. Hemos encontrado el sentido de este amor como una parte activa en el misterio de la salvación, como un gesto de amor perfecto para toda la humanidad.

San José, tú que has encontrado el amor en tu vida, enséñanos a amar. Has que podamos comprender el amor que viene de Dios cuando nosotros somos presa de la incomprensión o la tristeza y ayúdanos a orientar nuestra vida según el deseo de Dios. Nosotros sabemos que algún día nuestro corazón se abrirá verdaderamente a la caridad, de cara a un mundo que sufre; y la persona que esté a nuestro lado ya no tendrá que sentir rechazo, sino amor de nuestra parte. Ayúdanos a ver que la vida cristiana es la continuación total de tu amor, y que los que buscan el amor de Dios en el prójimo encuentran en él, el sentido de la vida. Como tú, San José, nosotros queremos amar a Dios cada día más y más, y participar con nuestro prójimo en el amor fiel y generoso. Amén


DIA 4. 13 DE MARZO

SAN JOSÉ, PADRE DE JESÚS

San José, la gente de Nazareth decía que Jesús era tu hijo; y María le dijo a Jesús, un día en el templo: “tu padre y yo te buscamos”. Tú y María sabían que la paternidad humana va más allá de la unión física de los esposos, y tú tes has convertido realmente en el padre humano del Hijo de Dios. Tú has sido padre en tu amor por María, durante los meses que precedieron al nacimiento. Tú has sido para ella un apoyo constante, una presencia calurosa, la imagen amante de un padre. Si Dios te quiso escoger, es porque Él sabía la importancia de esta ternura para María, del espíritu con el que tú le ibas a hablar, la ibas a tratar, la ibas a reconfortar en sus fatigas y en su malestar. Todo ello contribuiría a formar el carácter humano de su Hijo. Tú has representado para María todo el apoyo sobre el que reposaba esa ternura y, sin vanidad de tu parte, Jesús se había formado en esa ternura, un poco a tu imagen.

Tú has sido también artífice de la educación de Jesús. Tú lo has instruido desde que era niño, en todas las cosas que competen a un padre. Tú lo has iniciado a la vida. Tu influencia en el amor al trabajo lo llevó a admirar los lirios del campo, las viñas, las aves del cielo, los sembrados de trigo. Contigo, toda la tierra se ha llenado de toda esta humanidad. Con Jesús, siendo el Salvador, tú preparabas también, las más bellas páginas del Evangelio.

San José, enséñanos a amar a los niños como tú lo has hecho; a darles a través de nuestro amor: la fe, la pureza, la obediencia, el respeto hacia todo lo que es bueno, es decir, que tengan una visión del mundo que les permita seguir a tu Hijo en los caminos y decisiones importantes de la vida. Amén.


DIA 5. 14 DE MARZO

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA MADRE DE DIOS

San José, cuando conociste la fe de María, su amor, su coraje, su pureza, entendemos tu felicidad al tenerla como esposa, ya que ella es digna hija de Dios.

Como en tú casa tú has sido su marido y ella ha sido tu mujer, su corazón te pertenecía y se han amado, como dos esposos pueden hacerlo. Un amor tierno, lleno de atenciones, que permite que los más pequeños gestos inunden la vida cotidiana. Amor fuerte y vigoroso, que une sólidamente dos personas entre las que no hay ninguna dificultad, ninguna violencia, ninguna maldad, ni puede haber brecha alguna. Amor puro y claro, que lleva consigo la superación de las dificultades que se presentan en la vida diaria.

La Virgen María te había confiado su amor y su cuerpo. Ella ha permanecido virgen porque tú la has amado así; en su mutuo amor ha florecido la virginidad, como un signo de Dios por la humanidad. Es en tu unión con María, que nuestro Salvador Jesucristo, ha venido por nosotros.

San José, enséñanos a amar, no con egoísmo donde cada uno piense en sí mismo o donde se enfrente el uno al otro, sino en un don generoso que nos comprometa en la vía de la ternura, de la delicadeza, de la devoción. Nosotros sabemos bien que el que pretenda amar y pensar en sí mismo, es un mentiroso.

¿No somos todos, como tú, llamados a la virginidad? Nuestras relaciones de esposos son buenas según la ley del Creador. Enséñanos la verdad en el amor, para que podamos encontrar la presencia de Dios en nosotros; a entregarnos unos a otros para salvarnos juntos, para que aprendamos el respeto mutuo.

San José, tú que has abierto el camino a la salvación del mundo en la pureza de tu amor, haznos capaces de acoger, como tú, al Hijo de Dios y de ser sus testigos en el mundo de hoy. Amén.


DIA 6. 15 DE MARZO

SAN JOSÉ, UN HOMBRE DE ORACIÓN

San José, al finalizar tus labores diarias, te reunías con la Virgen María para cuidar de Jesús. Esto porque el Hijo de Dios necesitaba que su parte humana se fuera formando como la de los otros niños, y según la tradición judía era responsabilidad del padre explicarle la Biblia y transmitirle los mandamientos según la prescripción del Señor: “tu enseñarás mis mandamientos a los niños” (Dt.6,7)

En compañía de María, tú le contabas todo lo que Dios había hecho por su pueblo; le mostrabas cómo cada gesto, cada costumbre, tenía un sentido sagrado. Al padre se le confiaba la educación moral y religiosa de sus hijos; tu no rechazaste esta difícil misión, donde la paternidad encuentra su cumplimiento. María, junto a ti, escuchaba y contemplaba. Fue en estos momentos cuando, junto con María, moldeaste el alma humana de tu Hijo, para que fuera capaz de entender las grandes lecciones de su Padre del Cielo. Como cualquier judío fiel, varias veces al día tenías que rezar: por la mañana, por la tarde e incluso al medio día. Recitaste en voz alta las letanías de alabanza que glorifican al Señor, el único Dios verdadero que hace que haya vida sobre la tierra y de quien proviene toda sabiduría y toda santidad.

Junto con tu Hijo, seguramente recitaste la oración del Deuteronomio “Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, solo el Señor. Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu”. Decías lentamente estas santas palabras para que María las hiciera repetir a tu Hijo.

Familiarizado con la Palabra de Dios, tuviste que orar libremente en medio de las alegrías y las tristezas, y quizás, especialmente, cuando el misterio de tu Hijo era demasiado grande para ti.

San José, enséñanos a orar y danos la capacidad de amar esos momentos cuando a solas, con nuestros seres queridos o con la comunidad cristiana, le pedimos a Dios que comparta nuestra vida. Amén.


DIA 7. 16 DE MARZO

SAN JOSÉ, MODELO DE HOMBRE JUSTO

San José, tú sabias que para vivir plenamente una vida de hombre, primero debías ajustar tu corazón y tu alma a los del Creador. Tu Hijo no nos pide construirnos exteriormente con oraciones piadosas, sino con un alma verdaderamente auténtica, de acuerdo con la voluntad de Dios. A los que se contentan con oraciones y ritos externos, Él les dice: “no todos los que me dicen Señor, Señor, entrarán al Reino de los Cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre”. Acoger cada día la presencia de Dios, vivir con Él, es el acto central de toda vida humana.

Como una guitarra bien afinada produce notas bellas, San José, tú has sabido vivir de acuerdo con la voluntad de Dios; por eso, el Evangelio puede decir que tú eres un hombre justo. Para alguien que te mirara, tu vida podía ser banal, las pequeñas cosas cotidianas que emprendías cada mañana, los mismos gestos de cientos de veces, las mismas herramientas, los mismos movimientos, la misma vida. Pero tú supiste poner tanta felicidad y fidelidad en cada cosa, que delante de Dios tú eras digno de ser el padre adoptivo de su Hijo.

Al compartir con la familia tú has trabajado, vivido, sufrido y amado. Has cumplido la misión recibida, siguiendo los caminos trazados por la inteligencia y por el amor de Dios; y en un esfuerzo discreto, has realizado una tarea única, contento de sentirte plenamente fiel.

San José, enséñanos a ser justos; como tú, queremos pasar nuestra vida haciendo la voluntad del Creador. Enséñanos a aprender de ti esta forma de amar; enséñanos sobre todo la justicia, para que podamos con gozo, hacer la voluntad de nuestro Padre que nos ama. Amén.


DIA 8. 17 DE MARZO

SAN JOSÉ, MODELO DE HOMBRE TRABAJADOR

Al principio del mundo, en los planes del Creador, el trabajo era bueno y hermoso. El hombre se ha ido alejando de Dios y así el trabajo se ha convertido en una fuente de dificultades, de fatigas y de dolores. San José, tú te has sometido a esta dura ley del trabajo, porque tú sabías que lo podías convertir en algo noble y bello, de acuerdo con el querer de nuestro Creador. Tal ha sido el secreto de tu vida de trabajador.

Cuando Dios quiso buscar un padre adoptivo para su Hijo, él escogió un trabajador que se destacara por su estima por el trabajo. Tú no lo has decepcionado, tú has trabajado de corazón y tu profesión se ha convertido en una expresión de amor, como la oración, a la fidelidad al Señor.

Hoy podemos imaginarnos fácilmente tu rostro bronceado por el sudor, cortado por una sonrisa valiente mientras caminabas por la carretera de Nazaret, con tu bolsa de herramientas al hombro.

San José, realmente eres un hombre, un carpintero del torno, te inclinaste sobre los trozos de madera para: cortar, planear, acerrar, pegar. Hiciste todos los gestos inherentes a los del oficio de carpintero, y tu trabajo, en todo semejante al de los demás hombres, se ha distinguido, porque lo hiciste en un clima de presencia y de fidelidad a Dios.

Tú no solamente vivías para el trabajo, tú vivías de un amor verdadero; a través de tu trabajo, sabías que podías alcanzar al mismo Dios.

San José, enséñanos el amor que debemos tener por nuestro trabajo, haz que se convierta para nosotros en una fuente de vitalidad y de bienestar, y así logremos, con justicia y honestidad, penetrar con caridad viva el sentido de nuestro trabajo. Que lo hagamos bien y que, según tu ejemplo, acojamos a tu Hijo dentro de las fábricas, dentro de las empresas, dentro de nuestros sitios de trabajo. Amén


DIA 9. 18 DE MARZO

SAN JOSÉ, MODELO DE OBEDIENCIA

Uno de los rasgos más visibles de tu alma sigue siendo la obediencia a Dios. Toda tu vida esta tejida de fidelidad, de obediencia y de confianza en el Señor, a quien amas.

Al inicio del Evangelio, María, tu prometida, resultó embarazada. Como un hombre justo, tú decides en secreto enviarla de regreso para no hacerle a ella ningún mal; pero Dios te pidió la tomarás así y la llevaras a casa, como una esposa fiel. Atendiendo a este primer mensaje de Dios, tu entras con ella de nuevo en el camino del misterio de la Encarnación.

Algunos meses más tarde, el Emperador Romano ordena el censo de su territorio. Confiado en los caminos de Dios, tu aceptas esta segunda prueba, dejas Nazareth y vas a Belén, la ciudad de David, donde debía nacer el Hijo de Dios.

Después de la visita de los Magos, el Señor se dirige a ti de nuevo, y te dice: “levántate, toma al Niño y a su Madre, y huye a Egipto, y quédate allí, hasta que yo te avise”. Sin perder un instante, tú te levantas de nuevo, de noche, tomas al Niño y a su Madre para partir a Egipto; y te levantarás también muchas veces, haciendo el deseo de Dios.

Pasaron algunos años antes de la muerte de Herodes. Después el Señor te dice: “Levántate, toma al Niño y a su Madre y vuelve a Israel”. Con una fidelidad admirable, tú te levantas, tomas al Niño y a su Madre, y retornas a Nazareth. Estos pocos eventos fueron suficientes para hacernos comprender la grandeza de tu obediencia.

El Evangelio es muy discreto sobre la forma en que aceptaste todas estas intervenciones de Dios en tu vida, en cada ocasión estaba un ángel, un mensajero que te transmitía las órdenes divinas. Pero tú lo sabías, como en nuestra vida también el Señor se dirige a nosotros. Él nos habla a través de los acontecimientos, en el silencio de la oración, dentro de su Iglesia y aún a través de todos los ruidos del mundo.

San José, ayúdanos a discernir, a escuchar la voz de Dios, a corresponder a su llamado; para que, cada día, nosotros seamos fieles a su amor y a su voluntad. Amén.


Oración Final

Oh custodio y padre de Vírgenes San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes, María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María, os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años; hijo, según se pensaba, de José.

V. San José, ruega por nosotros.

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que le veneremos como protector en la tierra y merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


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